Como dije
la semana pasada en otra red social, al ser humano nos encantan los marcadores de ciclos, los “récords”,
los instantes en que el reloj o el calendario cambian de un número a otro; nos
guste o no, nos parezca cursi o no, nuestra vida está marcada por “estelas
temporales” (timely milestones, u know what I mean, right?).
En lo
personal (todo es personal) el 2013 me ha sido un año muy difícil, lleno de
situaciones, opciones, decisiones y consecuencias que traen experiencias y que
me dejan marcado, con aprendizajes y cicatrices, con despedidas y algunos cabos
sueltos. Hubo pocas situaciones verdaderamente felices. Sobre todo a partir de finales
de mayo. Pero como dicen los tatuajes en mis brazos: “Desde hoy y para siempre”.
Todo lo que haga se queda ahí, formando parte de quien soy. La vida que he
llevado a lo largo de 43 años, mis acciones e inacciones (y de cierta forma las
de otras cuantas personas) me han traído hasta aquí, hasta este día, en ésta
situación que vivo hoy.
No
obstante, de unas pocas semanas para acá, he reflexionado y me han ayudado a
reflexionar, que lo importante es seguir viviendo la vida, sobrevivir a lo
malo, aprender de ello y dejarlo atrás, no clavarse y llevarse a cuestas sólo
lo bueno con la meta de mejorar para uno mismo. No para el ego sino para el
ser. De esa manera, todo lo demás será añadidura.
En cuanto a
las actividades que más dominan mi vida, leí considerablemente menos que otros
años (entre libros nuevos y releídos, habrán sido sólo como unos 30) pero también
tomé muchísimas más fotos (acumulé más de 30,000 digitales) y descubrí unas dos
docenas de cantantes o grupos que no conocía. Como dicen los rusos: “No me
puedo quejar”.
Como un
ritual propio, siempre cierro cada año con ésta canción de los Beatles. Perfecta para la ocasión. Para mis cuatro o cinco fans en éste espacio ¡Va un largo y fuerte
abrazo!